Tal como están las cosas, en unos días se habrá volteado la tortilla. No es de extrañar que tan mala campaña de Toledo, triunfalista y mentiroso, lo haya ido precipitando al abismo de su propia soberbia. Keiko, con un voto duro, difícilmente se moverá de donde está, aunque ese donde está podría ser algo más alto gracias al voto oculto fujimorista que añora la dictadura mal llamada eufemísticamente mano dura. Castañeda se puso nervioso con los ataques por corrupción -rabo de paja le dicen- y empezó a hacer tonterías, cuando tan bien le había ido con su risa congelada y lenguaje solo gestual. Humala que parece ahora un artista, bien asesorado y con otro mensaje, controlado y haciéndonos creer que dejó de ser ese cachaco necio y prepotente de la campaña anterior. PPK finalmente, con una gran llegada entre los jóvenes y omnipresente en las redes sociales (hoy en día un medio referente de la prensa, de los líderes de opinión y del boca a boca), ha ido venciendo la barrera de la incredulidad para aparecer por los palos, en atropellada final que a este paso no parará hasta la segunda vuelta. No tengo mayor duda en que en pocos días tendremos a Humala y a PPK liderando las encuestas, gracias a los votos recogidos de aquellos indecisos que empiezan a tomar posición, así como a los de los descreídos que inicialmente se resistían a "perder su voto".
Toledo empezó a perder cuando la mitad de sus electores, que lo veían como el mal menor, decidió confiar en sus candidatos naturales al verles mayor opción. Sin duda que sus votos han ido a parar a PPK y a Humala fundamentalmente, colocándolos donde deben estar en función de sus simpatías. Así, el cholo sagrado debe resignarse a su verdadero caudal electoral, el caudal de los de la memoria frágil que no recuerdan los últimos meses insoportables de su gobierno, la negación de su hija Zaraí que dan muestra de su catadura moral, sus juergas en el avión parrandero y Punta Sal, sus presentaciones alcoholizadas en la televisión, sus delirantes mentiras como la del secuestro y el Melody, su Lady Bardales, su impuntualidad a todo acto público y privado, sus impresentables parientes que fagocitaron del estado así como otros parásitos de su entorno...
Keiko, más allá del activo aunque mayor pasivo de ser hija del reo Fujimori, víctima de sus propias limitaciones que nos hacen pensar más en una gordita paporretera que una estadista capaz de manejar nuestros destinos, más aún con el bestiario que la rodea, improvisados y oportunistas que quieren mamar de la mamadera de la que tomaron los mafiosos del fujimontesinismo durante más de una década.
De Castañeda podemos decir que su aspecto de personaje poco transparente no le sirve para contrarrestar las múltiples acusaciones de corrupción que ya están pasándole factura. Su mayor ventaja es ser el menos resistido, lo cual lo coloca como ganador en cualquier enfrentamiento directo en segunda vuelta pero, al igual que un equipo chico que enfrenta a uno grande con la hinchada de todos los demás, no tiene una gran posibilidad en esta competencia inicial donde todos van a elegir a su mejor candidato.
Humala, sin duda, representa la esperanza de aquel ciudadano que aún no ha sentido al progreso del país tocando su puerta. Es la opción del que no tiene nada que perder, del que es presa fácil del discurso de la justicia social, distribución de la riqueza, nacionalismo a ultranza, y toda promesa de cambio al establishment. También es el candidato de la izquierda anacrónica que sigue atada a ideologías trasnochadas y que difícilmente se moverá de sus trece.
PPK es la ilusión del gran despegue; de la consolidación de un país que ha empezado a crecer y a convertise en el lugar donde sus electores quieren ver crecer a sus hijos, con bienestar y seguridad. Es el voto del joven y del más pensante que claramente identifica al candidato mejor preparado.
Faltan tres semanas para las elecciones pero difícilmente sabremos, con tranquilidad, qué nos deparan los próximos cinco años de gobierno. Posiblemente a partir del 10 de Abril a las 4 pm. y por algunas semanas más, estaremos en una situación límite entre el abismo y el éxtasis.
Ernesto Melgar
26 Marzo 2011
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