Van a ser dos años de gobierno y todavía hay algunos que se sorprenden por las ideas y decisiones de Ollanta Humala. Sorpresa que yo diría tiene que ver más con una mezcla de ignorancia política supina y conveniencia interesada de nuestra clase política y de cierto sector del empresariado local. Cuando nuestro actual presidente fue capaz de cambiar su plan de gobierno para la segunda vuelta llevándolo de La Gran Transformación a La Hoja de Ruta, dijimos que era un candidato sin ideología, un oportunista, un tipo literalmente sin bandera ni dirección. Y esa falta de norte es lo que ha venido demostrando, en mayor o menor medida durante estos 21 meses a cargo del liderazgo del poder ejecutivo. Solo que sus erráticas decisiones no tocaban los intereses –y fantasmas- de quienes, luego de su elección, terminaron sometidos confiando en que el nuevo jefe de estado continuaría gobernando en la dirección que ellos querían.
La prensa, la prensa... Qué podemos hacer con la prensa de este país (ya, okey... con algunas honrosas excepciones). En estas semanas le dedicaron cerros de video, papel y tinta a la presunta candidatura de Nadine Heredia. Una candidatura de la que nadie habló desde el oficialismo pero que se convirtió de un momento a otro casi en el primer tema de agenda de la oposición. No culpo al presidente de haberse referido a esto casi de forma burlesca cuando le fue consultado en la última entrevista televisiva, respondiendo justamente que le pregunten sobre el tema a quienes lo inventaron. Sí claro, a aquellos que seguramente ya se encargaron de catapultarla y convertirla en la primera opción presidenciable en una posible segunda vuelta según las encuestas de los últimos días. Si comparamos los minutos que le da la prensa oficial a Nadine (recogiendo todo lo que es noticia,- y los programas sociales son noticia y además un compromiso de este gobierno-), con lo que le da la prensa “independiente”, no queda ninguna duda sobre quién es el que se está encargando de promocionar a la posible candidata. No hay canal ni diario “serio” que no se dedique a darle, darle y darle exposición desmedida a todas las actividades de la señora y a las opiniones innumerables sobre el tema, habiendo colocado el asunto en el primer plano de la escena política local. Y sin importarles resucitar a algunos cuasi cadáveres políticos de gobiernos anteriores que deberían quedarse bien enterrados después de la corrupción evidente que evidenciaron durante su paso por ministerios y otros cargos públicos. Una prensa que incluso llega a convertir a los inventores en el Perú de las reelecciones inconstitucionales, en la reserva moral contra la posible elección de la esposa del presidente. Lo más curioso es que ya sabemos a quién favorece todo este apoyo, qué pasa cuando se victimiza a alguien, qué obtenemos de estas campañas viscerales que terminan siendo las responsables de habernos puesto tantas veces en manos de gobernantes incapaces e improvisados. En todo caso, afortunadamente para muchos, también sabemos qué ha pasado con esos candidatos que aparecen antes del timing adecuado… y tampoco podemos descartar que tanta torpeza no sea otra cosa que una campaña para quemar a una rival de polendas en el 2016… en política todo es posible, sobre todo cuando Alan García sigue estando vigente…
Es risible todo el escándalo que se ha hecho con el tema de Venezuela. Y digo risible cuando todos sabemos de la estrecha y mutuamente interesada amistad entre el desaparecido Hugo Chávez y su pupilo Ollanta. Un gran escándalo que pone en el banquillo de la interpelación (otro circo) al ministro de Relaciones Exteriores luego de la reunión de Unasur en el Perú y el viaje del presidente a la toma de mando. Nos rasgamos las vestiduras luego de que, sin excepción, todos los mandatarios de la región convalidaran las elecciones venezolanas a partir de la constatación de los resultados oficiales del órgano electoral caribeño, como si hubiera otra manera de determinar objetivamente si las elecciones fueron o no legítimas (independientemente de que todos sospechemos que no lo fueron). Todo en un contexto donde la soberanía nacional se superpone a cualquier opinión ajena sobre la política exterior que pudieran tener otros países. Chile, Colombia, Brasil, países sin ninguna afinidad con el modelo chavista estuvieron en Lima convocados por el presidente pro témpore de Unasur (La presidencia pro témpore de la Unión de Naciones Sudamericanas UNASUR es la oficina responsable de preparar, convocar y presidir las reuniones de los órganos de este ente supranacional. El actual presidente es Ollanta Humala desde junio del año pasado y el cargo es anual y rotativo, habiendo sido Michelle Bachelet la primera presidenta del organismo en el 2008). Con estos antecedentes de afinidades personales y políticas de los personajes, además del marco político internacional ¿queríamos que el Perú enarbolara la bandera de la democracia y la libertad y se enfrentara al inefable Maduro? Qué ingenuidad y qué estupidez.
Finalmente, el tema que ahora parecería que nos pone al borde del abismo: la compra de La Pampilla. ¿Acaso una evidencia de la vuelta a La Gran Transformación o del viraje a un modelo estatista velasquista-chavista-socialista?¿O simplemente una decisión oportunista, vislumbrada como una posibilidad para cumplir una promesa electoral incumplida como la rebaja del precio del balón de gas, además de la posibilidad de una medida populista adicional como controlar en algo el precio de los combustibles? No sé por qué es tan difícil entender que un gobernante poco lúcido y de formación militar (¿recordamos eso de las empresas estratégicas y de impedir a toda costa que los chilenos u otros vecinos pudieran echarles mano?) pudiera considerar un modelo de subsidios a partir del control de ciertas empresas por el Estado. Pero como ya dijimos, nuestro presidente no es un liberal, ni un socialista, ni un estatista, ni un conservador moderado… simplemente no es nada, es un gobernante con cierta estrechez mental que se ha ido conduciendo por la oportunidad que se le presenta al frente. Por lo general, y en un inicio, decidiendo en función a los intereses de los impulsores del modelo económico, a costa incluso de perder el apoyo de aquellos trasnochados izquierdistas que creyeron que había llegado su momento después de décadas de ver sus sueños de poder postergados. Ahora, movilizado por la tentación de jugar a empresario comprándose lo que considera hará posible cumplir con la gran mayoría del electorado que lo puso allí y que permitirá su continuidad gracias a la tenaz campaña de ataques que viene protagonizando su consorte. En cualquier caso, creo que por lo menos con la mínima claridad como para saber que en esencia el modelo hacia el crecimiento no debe sufrir mayores alteraciones.
Escuché y leí en estos días que todos estos episodios y, sobre todo, la pérdida de la confianza frenarían el crecimiento de nuestro país. Particularmente, siempre he pensado que aquello que hará crecer al Perú, amén de las inversiones del sector privado, es la confianza de nuestra propia gente, del ciudadano de a pie, del pequeño y esforzado empresario. Ellos son quienes jalarán la carreta y el empresariado, aprovechando la ola con la visión que le corresponde, tendrá que seguir dinamizando la economía e invirtiendo para garantizar que este milagro peruano de crecimiento a tasas de entre 5 y 8% al año persista por lo menos hasta el 2021. Claro, si es que no terminamos boicoteándonos nosotros mismos por tanto escándalo mediático que, eso sí, ahuyenta las inversiones del mundo por mostrarnos a veces como un país sin rumbo.
Abril 2013