Siendo las 8 y media en punto, llegamos a Manuel Olaechea 330. Nos abrió una simpática señorita al parecer pariente de Largo el de los locos Adams, no por el tamaño sino por la expresión… Por su cara al abrirme tuve que preguntarle si allí vivía la Sra. Carol, a lo cual asintió con una tétrica sonrisa, procediendo yo a ingresar aún sin estar convencido si la reunión habría sido el día anterior, sería al día siguiente o era una fiesta sorpresa para mí y todos estaban escondidos en el baño.
Una vez adentro pude distinguir bajo la tenue luz a cuatro personajes que de primera impresión pensé que estaban jugando Güija. Quizás me influencié por el personaje fantasmal que sonreía a lo lejos y que después de remontarme a mis años de adolescencia pude reconocer como el mismo al que le decíamos siempre que se saque la máscara: el sonriente Pacho. El grupo lo completaban Alfredito Brescia, Patxy (alguien tiene que decirme cómo se escribe por favor) y la anfitriona que a esas horas todavía no se había molestado conmigo (ni se había cambiado el polo de todo el día).
Casi a la vez que se nos acercaba el atento mozo a quien confundí con un viejo amigo que fugó al extranjero, creo que a su ciudad “Natal”, empezaron a llegar los invitados; primero sin hacer mucha alharaca Jessica Rampolla, Franca, Charo, Anarella y luego los viciosos de siempre como el loco, Alberto, Renzo -con nuevo corte de pelo-, etc. También un par de piernas en un apretado vestido blanco y negro a quien en los primeros cinco minutos no reconocí pero que después sí cuando por fin levanté la vista para mirarle la cara.
El grupo se fue completando, incluyendo a la anfitriona con polo limpio y a la ahora “figurita” quien me bautizó como sonso en un correo anterior y que en persona se atrevió un poco más y me dijo IDIOTA. También llegaron el compañero Pablito que como buen aprista me parece que se pinta el pelo, el reclamado Tato, la chica de los braquets y la nueva silueta, las populares chicas Fo, Mónica, el galán Heykoop, Giannina con cámara, Maco sin lonchera, el tío Fernando con su bbd y finalmente el codiciadísimo Molacho quien desencadenó los gritos histéricos de sus fans que lo jaloneaban y manoseaban con el pretexto de tomarse un montón de fotos con él.
La noche transcurrió ligera y divertida entre los CDs de mi tía Carol, las mariconadas de más de uno, los pasitos salseros de Gino, el intento de violación a Alberto, las carcajadas de Augusto, los chistes Lercari, las caras de cojudos de algunos cada vez que Susana se cambiaba de sitio, la negación de Fiorella de sus novios del pasado, las alucinaciones de Tato, el recurrente “vamos a bailar” sin mucha acogida, y las fotos, fotos y más fotos, registrando esos momentos de un 15 de abril del 2010 con reminiscencias de los 80s.
Después de haber permanecido casi cinco horas en la divertida reunión, comprobé que la cultura alcohólica de muchos de nosotros ha mejorado muchísimo, no viéndose casos lamentables como en épocas de antaño y que pudimos recordar durante la noche. También que en el fondo no hemos cambiado mucho: Agustín sigue igual de escandaloso, Pacho no deja de sonreír nunca, el chato Pablo sigue punteando a quien se le pone por delante, los chistes de Renzo siguen siendo malos, Gino sigue siendo el rey de la salsa, Tato en plan de conquista, Giannina habla sólo lo necesario, Fiorella me sigue negando, Franca la voz cantante, Patxy y Jessica siempre sweets, las inconfundibles risas de Rebeca y el tío Fernando, las bromas pesadas de Satanás (como esta columna). También pudimos recordar a algunos viejos amigos ausentes como las joyitas Levaggi, la Momia (muy pertinente siendo casi una despedida de Alberto), Fernando Tulini tan recordado por Fiorella, los hermanos Tapia, Ceci que justo estaba de santo, el poeta Martín, la inolvidable y muy querida Tiziana, el saco largo Cavassa, entre otros.
Espero que podamos reunirnos pronto nuevamente. Estaremos a la espera de una próxima convocatoria –voto por Iván por su reciente éxito-, quizás en casa de Maco para que le den permiso más fácil, en el nuevo hogar conyugal del Cabezón, en la casa de playa de Renzo o en la biblioteca del Circolo, allí mismo donde se tejieron tantas historias memorables. También puede ser en mi casa pero con la condición de que no me saquen a bailar.
Un abrazo para todos...
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