lunes, 25 de octubre de 2010

Entre mentiras, mariconadas y peloteros

Rápidamente una estupidez más de nuestros bien amados peloteros cholos ha ganado carátulas y titulares de toda la prensa, la deportiva y también la que se autodenomina seria. Por eso, estamos todos escandalizados por tres muchachitos que se van de putas después de una derrota más de esas a las que nos tienen acostumbrados. Estamos más que indignados porque unos pendejitos de poca cultura e inteligencia, que ahora tienen dinero para darse lujos que algunos quisiéramos, han traicionado a un país que nuevamente les dio su confianza para ir en búsqueda del mundial ansiado. Y entonces queremos que sean castigados ejemplarmente para que los demás escarmienten...

Pero ¿es que esperamos con estas medidas que nuestros futbolistas realmente pongan las barbas en remojo? ¿acaso podemos esperar respeto al principio de autoridad en un país donde el propio jefe de estado insulta nuestra inteligencia al urdir una burda mentira para exculparse de la agresión violenta a ese pobre tipo desubicado que le dijo corrupto en un acto público?¿Podemos esperar algo distinto cuando el presidente de nuestro poder judicial -el único poder del estado más corrupto que el propio ejecutivo- apaña a este señor bajo la increíble teoría de que es legítima defensa porque no podemos ser un país de maricas? ¿Podemos esperar mucho de estos jóvenes de origen humilde en un país donde su propia institucionalidad muestra tal carencia de valores?

Hace unos días aplaudimos los cien mil euros de multa que tuvo que pagar Paolo Guerrero en Alemania por arrojarle una botella de plástico en la cara a un hincha que lo insultó a la salida de la cancha, práctica muy común en cualquier estadio del mundo (me refiero a los insultos, no al botellazo). También nos solidarizamos con la vedette de moda que fue maltratada salvajemente por su marido celoso, al igual que otros tantos miles maltratan física y psicológicamente a sus mujeres por el solo hecho de serlo (me refiero a las mujeres, no al patán). Nos perturbó que una población descontrolada de alguna barriada atara desnudo a un poste a un ladrón atrapado robándose unas cuantas gallinas y lo golpeara casi hasta matarlo, cuando sabemos que esta policía que tenemos no estuvo a tiempo para evitarlo ni lo estará por un buen tiempo (me refiero a la paliza, no al gallinicidio). Cada día nos horrorizamos con hechos similares y juzgamos implacablemente a aquellos a quienes la vida les negó la oportunidad de una buena educación y de un buen ejemplo, perdiendo de vista lo que realmente importa (me refiero al verdadero tema de fondo…)

Muchos somos los mismos a quienes nos parece casi normal que nuestros mandatarios, nuestras autoridades, den golpes de estado, o conspiren para “desaparecer” estudiantes sospechosos de terrorismo; los mismos que nos hacemos de la vista gorda cuando los vemos robar pero los perdonamos porque hacen obras; o los mismos a los que nos parece poco relevante que nieguen su paternidad sobre alguna hija o tengan otros fuera del matrimonio; los mismos que pasamos por alto que le pateen el trasero a personas poco inteligentes que se atraviesan en su camino o abofeteen a quienes les gritan en la cara verdades a voces. Pero peor que todo lo anterior, los mismos que permitimos que nos mientan día a día, en cada discurso, en cada entrevista, en cada declaración. Los mismos que convivimos con una doble moral que creo que es la principal causa por la cual, aún en una época de crecimiento económico, seguimos perdiendo claramente la lucha contra la corrupción, la delincuencia y la mentira.

No creo que sea ninguna falta irreparable que unos muchachos irresponsables se escapen de una concentración, frente a la debacle moral que vemos por esa ventana que nos abren los medios de comunicación cada día. Seguramente ya nos encargaremos de contribuir, a partir de mañana y después de los castigos de rigor a esos jugadores poco patriotas, a la creación de una nueva cortina de humo (no porque sea un invento sino por el orden de importancia que le damos) que nos haga olvidar el respeto que nos merecemos por el sólo hecho de ser hijos de este país que lamentablemente tanto anormal representa oficialmente.

18 de Octubre 2010

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