De qué estamos hablando. Del ámbito de la vida privada de cualquiera de nosotros donde se vulnera nuestro derecho de decir pichi, poto, caca,. ¿o de una candidata a un cargo político –más allá de vecinal- que tendría sobre sus hombros la responsabilidad de gobernar una ciudad donde habitamos más de 8 millones de personas y que, además, es nada menos que la capital del segundo país de la región que más crecería en el 2010? Porque la verdad me parece insólito que en la sociedad de los "ampays" y las primicias "sin confirmar" ahora se ponga el foco en el derecho a la intimidad, en la mafia que estaría detrás, en la ética del periodista que divulgó los audios, etc, etc. pero se esté pretendiendo soslayar el fondo del asunto. Los argumentos de la prensa hipócrita, los políticos con rabo de paja y evidentemente la candidata con su comando de campaña nos quieren apartar de ese fondo del que hablamos, del que no puedo dejar de mirar en primer lugar, porque es más grande que el poto que hoy nos inspira...
1. Se dice que Lourdes es un ser humano como cualquiera y en un momento de ¿crisis??? tiene derecho a equivocarse.
La señorita Lourdes Flores no sólo es candidata al sillón municipal sino uno de los personajes de nuestra política más influyentes y con mayor aspiración -aún vigente- a gobernar el Perú. ¿podemos entonces aceptarle que por una encuesta desfavorable pierda los papeles de esta manera?¿podemos aceptar que tenga la negligencia de dejarse chuponear en el reino donde aún no pasa nada con las joyas de Bussiness Track y cuando todo el país sabe que hasta Melcochita y el cuto Guadalupe tienen los teléfonos interceptados?¿podemos darnos el lujo de dejar en sus manos los destinos de millones de peruanos cuando realmente tenga problemas serios, verdaderas crisis?¿podemos aceptar que se rodee de asesores incompetentes, pícaros y sinvergüenzas?
2. Se dice que el contenido de los audios es absolutamente personal y en ese ámbito pueda decir lo que quiera.
Yo pienso que es precisamente el ámbito personal donde se dice lo que se piensa. Sin ninguna duda hay un menosprecio absoluto por el cargo al que está postulando cuando dice que es la elección que menos le importa; por el honor de las personas al señalar que hay un plan de quien maneja las encuestas para hacerla bajar de dos en dos puntos; por el sistema democrático cuando acusa al órgano electoral por el manejo fraudulento de los anteriores procesos eleccionarios; un desprecio total por la gente, por nosotros, por los vecinos, por nuestras expectativas y sueños. ¿Es en una persona así en la que vamos a depositar nuestro voto?
3. Se dice que ahora más que nunca Lourdes no se detendrá y que ganará de todas maneras a pesar de la mafia y sus métodos montesinistas.
En cualquier lugar del mundo y cualquier político decente del mundo, habría renunciado al día siguiente de la difusión de los audios. Por decencia, por vergüenza, como muestra de un mínimo pudor. Pero prefieren insultar nuestra inteligencia llevándonos por el camino de la victimización de una pobre candidata a quien se le vulneran sus derechos constitucionales. Y claro, esperan que nosotros pongamos en sus manos nuestros destinos. Pretenden que con estas evidencias de intolerancia, poca ecuanimidad, ligereza, torpeza, picardía, nos concentremos en la discusión técnica sobre el principio del derecho a la intimidad y nos olvidemos de eso que dijo que ahora nos quiere hacer creer que no quiso decir.
4. Se dice que no se trata de Lourdes sino de impedir que triunfe la mafia imponiéndonos qué candidatos elegir, por lo cual debemos demostrar que las decisiones en este país no se toman por voluntad del poder oscuro sino con consciencia y responsabilidad.
Entonces tendremos que creer que es consciente y responsable ejercer nuestro voto de protesta contra los mafiosos y por lo tanto entregarle la ciudad a este grupo comandado por la señorita Flores. Tenemos que pasar por alto lo que nuestros dos dedos de frente nos indican (felizmente tengo tres). Tenemos que darle la confianza a quien no nos quiere, a quien no le importamos, a quien nos miente diciéndonos que no recuerda una conversación sucedida una semana atrás en esa reunión pactada con el inefable súper Remi, el amigo lobista de la candidata. Miente. Miente y sigue mintiendo (¿porque tampoco nadie cree que no recuerda las conversaciones, cierto?). Y si es tan evidente que miente, ¿Por qué ahora debemos creerle que lo que dijo lo hizo en un momento de debilidad y que realmente no lo estaba sintiendo?
Aún no he decidido por quién votar. Está claro que lo que sí he decidido es por quién no hacerlo.
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